“Toda sociedad humana se fundamenta en la transmisión del conocimiento.”
– Daniel Bell
La Revolución Industrial vio el paso desde una economía rural basada fundamentalmente en la agricultura y el comercio a una economía de carácter urbano, industrializada y mecanizada. La infraestructura que surgió en la Revolución Industrial fue la relativa al transporte; si la economía se basaba en el comercio, era necesario disponer de mecanismos para mover los bienes de unos sitios a otros.
La sociedad actual ha sido etiquetada como la Sociedad del Conocimiento, donde gracias a la innovación producida en el marco de las tecnologías de la información y las comunicaciones, la transferencia de información y conocimiento ha modificado ampliamente la forma en que se desarrollan muchas actividades en la sociedad moderna. En ese sentido la infraestructura primordial desarrollada en el S.XXI ha sido la que permite la transmisión de información, con Internet como máximo exponente.
En pleno desarrollo de la Sociedad del Conocimiento es lógico pensar que los avances que vienen estarán orientados a facilitar más y más la transmisión del propio conocimiento. Se antoja como anti-natura una economía y un modelo de producción basado en la especulación con el conocimiento y el desaprovechamiento de las ventajas derivadas de la colaboración y que son intrínsecas a la nueva revolución económica, social y cultural que estamos viviendo y que, además, tiene claramente un carácter global.
Los procesos evolutivos de la sociedad conllevan etapas en que los viejos esquemas van perdiendo vigencia ante los nuevos modelos que se demuestran más eficaces, sin embargo estos procesos suelen desarrollar en sus inicios una constante resistencia al cambio, un inexplicable freno a la modernidad desde el punto de vista pragmático pero en el que confluye un inevitable cóctel de intereses y desconocimiento. A pesar de ello, el avance de la sociedad difícilmente puede detenerse. Los países y las organizaciones más avispadas invertirán y se posicionarán para intentar no quedarse atrás en esa apuesta que conlleva el nuevo modelo de sociedad. Una apuesta que apunta a nuevos modelos productivos basados en la colaboración y el conocimiento compartido.
El mundo de la informática tiene una clara transposición para estos conceptos: el software libre. Las soluciones informáticas que sustituyen las restricciones a los usuarios por derechos, aquellas que garantizan la soberanía tecnológica y eliminan las dependencias de proveedores, las que permiten sumar esfuerzos en lugar de alentar la especulación con ese ingrediente fundamental de la sociedad del S.XXI y que diferencia a los humanos del resto de seres vivos: el conocimiento.
Por otro lado el software libre debe aprender a construir economía e industria alrededor de él, como en el caso de la Asociación gvSIG, que aglutina a su alrededor una creciente red de pequeñas y medianas empresas de todo el mundo y que ha conseguido en muy pocos años convertirse en un referente internacional en la prestación de servicios de geomática libre. En los proyectos de software libre la falta de acompañamiento de un modelo económico será un factor relevante en esa etapa de conflicto entre lo nuevo y lo viejo a la que anteriormente nos referíamos.
Y, por supuesto, la apuesta o pasividad de las administraciones públicas ante estos nuevos modelos definirá en gran medida su éxito o fracaso. Trabajemos para que apuesten por la Sociedad del Conocimiento y no por sociedades con el conocimiento secuestrado.
No acabo de entender bien la cuestión. Está claro que si tengo mi vida resuelta puedo generar un producto y no venderlo sino cederlo o hacerlo público sin sacar beneficio económico alguno. Pero, por ejemplo, si soy un trabajador autónomo que solo tiene su trabajo para vivir ¿qué problema hay en vender el producto de mi trabajo? Si soy un programador y se me ocurre una idea para, supongamos, un algoritmo de compresión que mejora los actuales ¿cuál es exactamente el problema de vender un producto que lo implemente? Saludos
Hola Ángel,
Muchas gracias por animar el debate. El planteamiento que realizas parte de un supuesto que yo no he afirmado, sino que más bien he defendido justo lo contrario. Planteas en tu argumentación que con el software libre no se puede obtener beneficios económicos, es decir, no se puede hacer negocio. A mi entender es una visión del software libre meramente técnica y que viene heredada de una parte de la tradición del software libre alejada del mundo empresarial.
Precisamente en mi post incido en defender la necesidad de aprender a construir economía e industria a partir del software libre. Por supuesto que software libre no equivale a software gratis, las empresas y trabajadores que ofrecen servicios basados en el conocimiento compartido – ya sean consultorías, desarrollos, formación, etc- cobran por ellos. Creo que hay que huir de esa visión romántica del hacker que por las noches programa por “amor al arte” y por el día se dedica a otros menesteres que le dan de comer. Frente a esa visión existen modelos como el de la Asociación gvSIG y muchos otros ejemplos, donde como anunciaba el lema de unas pasadas jornadas de gvSIG (Generando Futuro: Tecnología, Solidaridad y Negocio) se puede establecer un nuevo modelo de desarrollo tecnológico, de producción y económico donde la solidaridad inherente al modelo sea un eje central.
Para ello, como argumentaba al final del post, es también necesario que los usuarios públicos de este tipo de tecnologías, que gastan cantidades escandalosas de dinero público en licencias, apuesten por este nuevo modelo productivo. Y aquí también encontramos los vicios de esos viejos esquemas, en que administraciones públicas pasan de gastar grandes cantidades en licencias a usar software libre y no invertir ni un euro en mantener y desarrollar estas tecnologías. Por supuesto, debe haber hay también un cambio de mentalidad y entender que es necesaria la inversión en software libre.
Por otro lado, yo no veo ningún problema en que un individuo venda un desarrollo. Y opte por cerrar el desarrollo o abrirlo. Defiendo que la sociedad tenderá a pedir y contratar desarrollos abiertos, porque otorgan derechos y garantías que están ausentes en el software privativo. Y también creo que la Sociedad del Conocimiento tiene un potencial que no existe en un modelo de especulación; desde un punto de vista puramente científico creo que es irrevatible que la suma de esfuerzos, de individuos trabajando conjuntamente en la evolución de una solución es infinitamente más óptima que el trabajo aislado de individuos que ocultan sus avances al resto. En fin, ni más ni menos que la base de cualquier ciencia y del propio desarrollo de la humanidad.
Hola, Ángel:
No veo que haya relación entre el Post de Álvaro y que un autónomo resulte ser un capaz investigador que inventa un novedoso algoritmo y decida venderlo. Si el mercado lo demanda, se lo comprará. ¿Por cuanto dinero? Por lo que le marque el mercado. ¿Y cuales serán las condiciones de explotación de dicho nuevo algoritmo? Pues lo más probable, las que marque la compañía que lo compre y no las de nuestro brillante autónomo.
Considero que Álvaro hace referencia al tradicional combate entre lo viejo y lo nuevo. Entre lo viejo que nunca quiere irse y lo nuevo que cuesta mucho en implantar. En este caso lo viejo es una economía especulativa en torno al conocimiento adquirido, y lo nuevo sería una economía basada en el conocimiento compartido.
Un modelo fundamentado en promover el conocimiento colectivo y compartido sin duda resultará más eficiente que el modelo clásico de conocimiento individual y compartimentado. Pero además, cuando veo ejemplos como el del autónomo que planteas, parece que al hablar de proceso de producción colectiva y compartida se pueda vulnerar la libertad individual. Y mi extrañeza se produce cuando parece convertirse la excepción en generalidad.
Creo que no es muy extensa la categoría de autónomo (emprendedor como lo edulcoran en otros contextos) cuya inteligencia le permite generar un algoritmo que vende y le permite triunfar. Creo que la realidad laboral del sector TIC, como de la mayoría de sectores, no responde a dicha idealización, sino a una realidad mucho más áspera y difícil. Una realidad que posiblemente pueda evolucionar a mejor en cantidad y calidad a través del desarrollo de modelos de industria como las indicadas por Álvaro.
Por cierto, al hablar de emprendedores me he acordado de un post ya antiguo, del 2011, que decía así: Publicidad engañosa: Emprendedores.
https://blog.gvsig.org/2011/12/15/publicidad-enganosa-emprendedores/